miércoles, 23 de diciembre de 2009

ALGO DE RADINBRANATH TAGORE

No te atormentes por su corazón, corazón mío;déjalo en la oscuridad. ¿Qué sé yo si su belleza es sólo de su cuerpo, y su sonrisa sólo de su cara? Déjame aceptar sin preguntas este sencillo sentido de sus miradas, y ser así feliz.
II

Igual me da si es un manto de ilusión el que sus brazos tejen alrededor de mí, porque el manto es rico y raro; y al engaño se le puede sonreír, y olvidarlo.

III

No te atormentes por su corazón, corazón mío; conténtate si la música es verdadera, aunque no se pueda fiar en la palabra; disfruta de la gracia que danza, como un lirio, sobre la mentirosa superficie ondeante, y sea lo que fuere de lo que vive allá en el fondo.
IV

Deseaste mi amor, y, sin embargo, no me amabas. Por eso mi vida se cuelga de ti como una cadena, que te grita y se te aferra, más dura cuanto más luchas por ser libre.

V

Mi desesperación ha llegado a ser tu compañera mortal, y se agarra al más leve de tus favores, pretendiendo arrastrarte hasta la caverna de las lágrimas. Has destrozado mi libertad, y, con su ruina, te has fabricado tu propia prisión.
VI

No supe lo que hacía un momento y vine. Pero alza tus ojos que yo vea si queda aún alguna sombra de los días pasados, una pálida nube, ya sin lluvia, en el horizonte. Sopórtame un momento y aunque yo no sepa lo que hago.
VII

Las rosas están todavía en capullo, y no saben aún cómo descuidamos coger flores este verano. La estrella de la mañana tiene todavía el mismo silencio palpitante; la luz primera está enredada aún en las enredaderas que cuelgan de mi ventana, como en aquellos días pasados. Olvidé un momento que todo había cambiado, y vine.

VIII

Olvidé si tú me avergonzaste alguna vez, volviéndome tu cara cuando yo te desnudaba mi corazón. Sólo recuerdo las palabras que tropezaron en el temblor de tus labios; las sombras de arrebatada pasión de tus ojos oscuros, como las alas de un pájaro que busca su nido en el crepúsculo. Olvidé que tú te acordabas, y vine.

IX

Esta mañana mi despertar fue dichoso, porque vi a mi amor.El cielo era una sola alegría, y mi vida y mi juventud se consumaron. Hoy mi casa es de verdad mi casa, y mi cuerpo mi cuerpo. La suerte me ha sido amiga, y mis dudas se disipan. ¡Pájaros, cantad vuestra canción mejor! ¡Luna, derrama tu luz más bella! ¡Dispara, a millones, tus flechas, dios del amor!


Me dijo bajito: "Amor mío, mírame en los ojos...

Me dijo bajito: "Amor mío, mírame en los ojos.
"Le reñí, agria, y le dije: "Vete." Pero no se fue.
Se vino a mí y me cogía las manos...
Yo le dije: "Déjame."Pero no se fue.
Puso su mejilla en mi oído.
Me aparté un poco, me quedé mirándolo, y le dije:
"¿No te da vergüenza?" Y no se movió.
Sus labios rozaron mi mejilla.
Me estremecí, y le dije: "¿Cómo te atreves, di?"
Pero no le dio vergüenza.
Me prendió una flor en el pelo.
Yo le dije: "¡Es en vano!"Pero no cedía.
Me quitó la guirnalda de mi cuello, y se fue.
Y lloro y lloro, y le pregunto a mi corazón:
"Por qué, por qué no vuelve?"

2 comentarios:

fotoalexis dijo...

Lindos versos, muy tiernos!!

Valy dijo...

Gracias, de verdad me sorprende y alegra saber que te gusta la poesía. Bueno, sólo los que tienen desarrollado el lado artístico lo pueden recibir de esa forma...