
¿Quién es esta mujer que vive en mi corazón, la siempre triste?
La pretendí pero no la gané.
La adorné con guirnaldas y canté en sus alabanza...
Brilló un momento su sonrisa por su cara,
pero al punto se desvaneció...
y me dijo llena de pena: “No está mi alegría en ti”.
Le compré ajorcas enjoyadas;
la abaniqué con abanicos recamados de diamantes,
la acosté en una cama de oro...
Aletearon sus ojos con un relámpago de alegría,
pero al punto se apagaron.
Y me dijo, llena de pena: “No está en estas cosas mi alegría”.
La senté en un carro de triunfo,
y la paseé por toda la tierra.
Miles de corazones conquistados se humillaron a sus pies,
y las aclamaciones resonaron por el cielo...
Un momento lució el orgullo en sus ojos,
pero se deshizo en lágrimas.
Y me dijo, llena de pena: “No está mi alegría en la victoria”.
Le pregunté: “Qué quieres, entonces?
Y me dijo: “Espero a uno que no sé cómo se llama”. Y calló.
Y los días se le pasan diciendo, llena de pena:
“¿Cuándo vendrá mi amado desconocido?
¿Cuándo lo conoceré para siempre?”
Una poema con una historia real, triste y bella a su vez. Una larga espera que culmina con la llegada del Amor verdadero.
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