sábado, 27 de marzo de 2010

RIMAS XLII (G. A. BÉCQUER)



Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche;
en ira y en piedra se anegó el alma...
¡Y entonces comprendí por qué se llora,
y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor..., con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dió la noticia?... Un fiel amigo...
¡Me hacía un gran favor!... Le dí las gracias.


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